8 de febrero de 2011

Hoy todo está mudo en mi cuarto.

Hoy todo está mudo en mi cuarto.
pero no quiero huir. Quiero resistir.
Hoy la tristeza entra a oleadas por la venta de mi habitación.
Trato de atajarla como si fuera una esponja.
Pero no consigo refrenarla.
Está dispuesta a barrer cualquier rastro de felicidad que resida en estos metros cuadrados.
Después: blanco y negro.
Negro por fuera, blanco pro dentro. Remordimientos.
Pero, ¿Por qué me da por buscar la soledad y cuando me hundo en su blanco sin asideros me aterroriza? ¿Por qué quiero que alguien me lance un salvavidas, pero después no haga nada por agarrarme a él? Puede que algún día llegue a saber para qué valgo y cuáles son mis sueños...pero; ¿Alguna vez seré algo distinto a un náufrago que no se deja ayudar?
Mi corazón de hierro se ha ablandado hasta convertirse en nata.
Francamente, no sé por dónde empezar y quisiera que todo esto acabase enseguida, como todo lo que no me gusta.
Cambias de canal y la escena ya no está. Se esfuma, se borra, se termina..
Entonces riegan mi cara las lágrimas más amargas que jamás he conocido, lágrimas que contienen un 90% de soledad y un 10% de agua.
Un dolor tan espeso que puedo flotar en él sin necesidad de nadar.
Floto en un desierto completamente blanco: una enorme habitación blanca insonorizada, en la que no se distinguen ni los rincones de las paredes.
Grito, pero los sonidos son devorados.
Y de mi boca un último susurro: "Te echo de menos.."

No hay comentarios:

Publicar un comentario