24 de febrero de 2011

Soy..

Soy dulce, y casi nunca me enfado, pero cuando lo hago deseas no estar cerca. Soy generosa, quizá demasiado. Puedo llegar a ser tan pesada que consigo que te canses de mí. Pero en el fondo terminas por quererme.
Dicen que, para mi edad, soy madura, pero yo sé que a veces me comporto como una niña, y me gusta hacerla, aunque en muchas ocasiones no debería.
Odio la playa. No le encuentro nada llamativo a eso de ir llena de arena de los pies a la cabeza.
Tampoco me gusta el verano, ni el calor. Siempre he preferido el frío, con sus miles de capas y sus narices rojas.
Abrazos calientes, besos fríos. Aunque a mi lado siempre lo son. Mi temperatura es baja, contrastando con mi cálido corazón. Deber ser por eso por lo que en alguna ocasión, me he ganado el mote de vampiro.
Me gusta la música, es mi musa a la hora de escribir. Escribiendo...podría pasar horas y horas pero cuando mi mente se bloquea puedo llegar a estar hasta tres meses sin inspiración alguna, y entonces el mundo parece un poco más complejo.
Pero para eso está la vocación... Adoro a los niños pequeños, a su lado el mundo parece mucho más sencillo.

8 de febrero de 2011

Hoy todo está mudo en mi cuarto.

Hoy todo está mudo en mi cuarto.
pero no quiero huir. Quiero resistir.
Hoy la tristeza entra a oleadas por la venta de mi habitación.
Trato de atajarla como si fuera una esponja.
Pero no consigo refrenarla.
Está dispuesta a barrer cualquier rastro de felicidad que resida en estos metros cuadrados.
Después: blanco y negro.
Negro por fuera, blanco pro dentro. Remordimientos.
Pero, ¿Por qué me da por buscar la soledad y cuando me hundo en su blanco sin asideros me aterroriza? ¿Por qué quiero que alguien me lance un salvavidas, pero después no haga nada por agarrarme a él? Puede que algún día llegue a saber para qué valgo y cuáles son mis sueños...pero; ¿Alguna vez seré algo distinto a un náufrago que no se deja ayudar?
Mi corazón de hierro se ha ablandado hasta convertirse en nata.
Francamente, no sé por dónde empezar y quisiera que todo esto acabase enseguida, como todo lo que no me gusta.
Cambias de canal y la escena ya no está. Se esfuma, se borra, se termina..
Entonces riegan mi cara las lágrimas más amargas que jamás he conocido, lágrimas que contienen un 90% de soledad y un 10% de agua.
Un dolor tan espeso que puedo flotar en él sin necesidad de nadar.
Floto en un desierto completamente blanco: una enorme habitación blanca insonorizada, en la que no se distinguen ni los rincones de las paredes.
Grito, pero los sonidos son devorados.
Y de mi boca un último susurro: "Te echo de menos.."

3 de febrero de 2011

¿Qué me recomiendas: que me dé por vencido o que me plante en tu puerta?

Hay días en los que me pregunto: ¿Qué falló?
Hubo sus cosas malas, pero personalmente creo que las buenas superan a estas con creces.
Sé que los últimos momentos fueron críticos, y es lo único de lo que me arrepiendo. No supe llevar la situación, y de nuevo una derrota se postró ante mí, y me hundió.
Estaba casi previsto, se podía ver. El final nos acechaba, pero yo no quería verlo. Quería protegerlo. Y en vez de eso lo llevé a la quiebra.
Rompí lo que tanto esfuerzo me había llevado.
Rompí lo único por lo que habí luchado en mis 17 años.
Me han pedido que deje de luchar, pero sinceramente...¿Tú lo harías? ¿Dejarías de luchar? ¿Dejarías marchar a quien amas sin antes dejarte la piel en intentarlo?
Yo no soy capaz. Tengo que dar la vida en intentarlo.
Mi amor. Mi dulce amor de película.
Llegó como un sueño, un dulce sueño.
Y se fue del mismo modo, sin previo aviso. Efímero.
Un suspiro que vivimos intensamente, pero que tuvo su final. Un final que ninguna deseaba.
¡Qué complejo esto del amor!
¿Quién entiende al corazón?
Cuanto menos tiene, más quiere. Pero cuanto más tiene, encuentra la manera de sacarlo fuera.
Si me dieran un solo deseoo lo invertiría en ella. Aunque egoístamente también en mí.
Pediría una nueva oportunidad para conseguir que nuestro amor si fuera eterno.
Volvería al pasado, y cambiaría mi actitud. Cambiaría, una vez más, el destino, y lo convertiría en NUESTRO destino.
Y si me dieran tan solo un minuto para decirte todo lo que quisiera, lo completaría así:
Una mirada sincera, un te amo saliendo de mi boca y un beso entregado. Después te pondría música, y al acabar la canción te diría al oido: "Déjame que te muestre que nuestro amor también puede ser leyenda".